Thursday, August 23, 2012

Crónicas de los estudiantes que sabían demasiado Primera Parte: Conoce a Mortimer




En lo que respecta a mí, Mortimer podían haberle faltado dientes, apestar terriblemente o tener ridículas facciones. Podía haber sido uno de esos empollones flacos que están constantemente temblando porque no tienen la grasa suficiente para mantenerse abrigados. Podía haber sido uno de esos gordos flácidos cuyo vestuario consistía únicamente en ropa de deporte porque es de un tejido más elástico. Pero no, Mortimer no respondía a ninguno de estos tipos. Tenía una belleza un tanto madura para su edad. Llevaba una perilla fina que enmarcaba sus carnosos labios rosados. Se cortaba siempre el pelo muy corto, casi al cero pero no del todo. Tenía miedo de que si se lo cortaba todo sentiría demasiado frío en la cabeza y se resfriaría; como si eso tuviera algo que ver. Era corpulento y fuerte por naturaleza. Su constitución intimidaba a aquellos que no le conocían bien. Su voz era profunda y de tonos bajos, tanto que a veces resultaba imposible entenderle. Hoy sería un partidazo para aquellos que encuentran esos atributos particularmente atractivos. Pero ninguna de esos atributos me interesaba a mí. El era mi amigo, casi un hermano.

Nos conocimos en la escuela secundaria, en el sexto curso para ser exactos. Sus padres se mudaron a nuestra pequeña ciudad desde el otro lado del estado. La primera vez que entró en el aula todas las chicas susurraron y él les devolvía una sugestiva sonrisa. No parecía darse cuenta de su atractivo. Yo también le miraba pero no porque compartiese el mismo sentimiento de las chicas porque en aquel entonces no me atraía demasiado el sexo. Lo que sí sentía era una atracción hacia todo lo nuevo. Quise conocerle antes de que cualquiera de esas horrorosas estudiantes se lo llevara para sí.

Después de clase me di cuenta de que hacía la misma ruta que hacía yo para ir a casa. Me presenté y le informé de que estábamos en la misma clase. Me dijo que ya me había reconocido y que se había percatado de que le miraba. Eso me produjo cierta sorpresa y por un momento me quedé mudo, sin saber qué decir. Nunca fui bueno para hablar por hablar. El sintió mi incomodidad y decidió romper la tensión:

- ¿Tienes descendencia árabe o algo así?
- No, soy afroamericano. Imagino que se podría decir que soy negro. De cualquier modo, prefiero que me llamen Marcus.

Soltó una carcajada tan molesta que hubiera jurado que estaba ensayada de antemano. Nadie entendió nunca mi humor y él no era una excepción.

- Supongo que son tus ojos. Y tu nariz es recta y fina. La mayoría de los negros tienen la nariz redonda y grande…
- ¿Tipo la tuya?

Ahora le tocaba a él sentirse incómodo.

- Bueno, yo no soy negro, soy dominicano.
- Ah, me alegro. Tu madre debe de sentirse muy orgullosa.
- ¿Te estás refiriendo a mi madre?

No parecía tan enfadado como dolido.

- No, no estoy hablando de tu madre. La mencioné mientras recalcaba el hecho de que pareces pensar que ser dominicano te exime de tener cualquier tipo de descendencia africana y está claro que la tienes.

Se detuvo y me miró. No creo que nadie nunca le haya hablado de este modo antes.

- Bueno, sí…es decir…Supongo que hay algunos negros en mi familia pero yo soy diferente. Mi gente es diferente.
- Sí, todos somos diferentes en la medida en que creemos que somos importantes.
- ¿Eres un empollón, no?
- Totalmente. Y también soy diferente (lo dije en tono de burla)

Lo más lógico era que me hubiera mandado al infierno o a tomar por el culo pero, en lugar de eso, estalló en otra estruendosa carcajada de nuevo.

- Eres un capullo, eso me gusta. ¿Te gustan los videojuegos?
- ¿Has olvidado que soy un empollón?

Entre unas cosas y otras me encontraba ya en casa de Mortimer jugando a videojuegos. Sus padres eran amables pero muy tradicionales. Tan pronto como crucé el umbral de la entrada su madre me hizo llamar a la mía para dejarle saber dónde me encontraba. También invitó a mi madre para tomar un café en su casa y así, de paso, conocerse.

- Estoy seguro de que vienes de una buena familia teniendo en cuenta la ropa que llevas y tu amabilidad.

La única respuesta que le di fue un “gracias”. Mortimer y yo jugamos con la consola durante horas y después me fui a casa a cenar. Me pidió mi número de teléfono antes de salir de su habitación. Después de eso nos hicimos buenos amigos. De hecho, fue absorbido por una de esas chicas populares pero nuestra amistad se mantuvo intacta. Yo no era el chico más popular pero solía caer bien a mis compañeros más que nada porque no era demasiado malo para los deportes y porque pensaban que vestía bien, así que el hecho de que andara conmigo no era un motivo de rechazo.

Pronto fue conocido en la escuela y el vecindario como el “gigante bueno”. Ya a los doce años tenía la misma altura que algunos adultos pero no usaba esa ventaja para abusar de los demás. Venía de una familia que vivía pidiendo permiso y dando las gracias constantemente y eso se notaba. La única vez que le vi violento fue cuando alguien se metió con uno de sus amigos.
Durante el año escolar tuve una salida interesante. Estábamos estudiando un tema de salud (reproducción sexual, para ser exactos) y el profesor, como la mayoría de maestros de escuela elemental, nos lo enseñaban de una manera generalizada. Se pasó la clase repitiendo las palabras “tú” y “todos”. Me aburría inmensamente. Mientras Mortimer tenía la reputación de ser muy cortés y un poco tímido, yo la tenía de ser cortés pero también asertivo. Incluso hoy en día no entiendo cómo la señorita Johnston decidió hacerme la siguiente pregunta:

- Marcus, ¿cuál es la mejor manera de formar una familia? ¿Tener hijos y casarse o casarse y tener hijos después?
- No creo que ninguna de las dos sea buena idea.

La señorita me dirigió una mirada de cansancio, una mirada que no estaba dispuesta a lidiar con mis bobadas. Podría haberme ignorado pero continuó:

- ¿Qué te hace decir eso? ¿No quieres casarte y tener una familia cuando seas mayor?
- Realmente no. En primer lugar, casarse es como un contrato que garantiza que dos personas van a disfrutar, vamos a decir, dos años de felicidad y al tercer año o así las cosas toman otro rumbo tanto sea por parte de la mujer como por la del hombre…Normalmente, el hombre caerá en un estado de apatía en el que añorará su vida anterior de soltero. En primer lugar, quizás porque nunca creyó realmente en el matrimonio pero se casó porque todo el mundo le decía que era lo que tenía que hacer. Esa es la razón por la cual la esposa tendrá que soportar la infidelidad del marido y algún que otro maltrato que normalmente es emocional pero otras veces es físico. Pero no es algo que me interese mucho porque yo nunca me casaré.
- Vamos, Marcus (risa nerviosa), todo el mundo quiere casarse. Un día encontrarás la paz con una hermosa mujer y formarás una familia.
- No, no creo que eso vaya a suceder nunca (pequeña pausa) Todos en esta clase se la pasan hablando sobre qué chica les gusta excepto yo. Creo que no me gustan las chicas en esta clase, ni siquiera en esta escuela. No estoy diciendo que me guste algún chico aquí pero estoy seguro de que algún día me gustará uno.

Estalló un incómodo murmullo en la clase parecido al murmullo que le sigue a cuando alguien se ha tirado en clase un estruendoso pedo. Pero este murmullo era incluso peor. La fetidez de mis palabras era incluso peor. El profesor se quedó boquiabierto mientras que los murmullos se intensificaban. No le quedo otra opción al profesor que la de simular que me ignoraba y continuar la lección.

El jefe de estudios llamó a mi madre esa misma noche y le hizo saber lo preocupado que estaba por mí y se preguntaba si algo me estaba sucediendo en casa. Mi madre le aseguró que todo estaba bien. Pero aún así, el jefe de estudios insistió en que deberían convocar una reunión con el director de la escuela. La reunión transcurrió de la siguiente manera:

Mi madre y yo fuimos convocados en la oficina donde nos sentaron y nos hicieron esperar a que llegara el jefe de estudios y el director. Mi madre y yo nos sentamos frente a frente. Podíamos oír al jefe de estudios y al director discutiendo la manera en la que abordarían la cuestión. Mi madre me dijo en voz  baja:

- ¿Estás seguro de que no estás haciendo esto para llamar la atención? Te compraré la bicicleta BMX para tu cumpleaños si eso es tan importante para ti.
- Mamá, estoy seguro. He aceptado hace tiempo el hecho de que encuentras las bicicletas BMX demasiado caras. Es posible que frente a toda una clase no sea el mejor lugar para aceptar mi sexualidad pero a veces descubrimos cosas y las decimos en voz alta.
- Uhm…Bueno, te dije que te quiero de todos modos. Tu padre lo está aceptando poco a poco. Por lo menos ya no llora.
- Es un adelanto.

El jefe de estudios y el director entraron en la sala intentando ocultar su grave preocupación con sonrisas lo que les daba un aspecto de cliché.

- Qué alegría verla, Sra.Coles –dijo el director-
- Sí, es realmente agradable –el jefe de estudios repicó-
- Igualmente. Si pudiéramos saltarnos los preámbulos e ir al grano sería mucho mejor para todos. ¿Qué es lo que ha hecho mi hijo exactamente?
- Bueno, exactamente no ha hecho concretamente nada malo –dijo el director- pero hizo unos comentarios que nos preocupan un tanto.
- Si se trata de la homosexualidad de mi hijo –dijo mi madre- es algo que ya sé.
- Oh, eso es maravilloso –añadió el jefe de estudios de manera condescendiente- Ustedes dos deben de tener una relación estrecha y muy especial.
- Mi madre no me agobia, quiere que yo sea independiente, pero sí, me quiere así como mi padre. Nunca me ha puesto una mano encima aparte de alguna que otra inocente colleja cuando no obedezco pero no lo llamaría a eso maltrato. Yo diría que mi homosexualidad tiene más que ver con mi naturaleza que con mi educación o falta de ella, como están intentando insinuar –aclaré-
- Cariño, los adultos estamos hablando, cállate.
- Su hijo es muy inteligente. Parece ser muy maduro para su edad. Quizás demasiado maduro.
- Siempre ha sido así. Lee mucho. No puedo quitarle los libros de las manos –declaró mi madre-
- ¿Podemos pedirle al chico que salga de la sala un momento? –preguntó el jefe de estudios-

Salí de la sala y me senté en una de las sillas del recibidor. No podía oír lo que decían pero pude intuirlo. Probablemente le estaban preguntando a mi madre si estaba sucediendo algo inusual en mi casa, si habían notado algo raro en mi comportamiento, las típicas preguntas detectivescas que por ley están obligados a formular. Mi madre salió de la sala probablemente molesta y me dijo que nos íbamos a casa, que por hoy era suficiente. Un trabajador social se presentó en casa y prácticamente entrevistó a todo el mundo que hubiera pisado nuestra casa. Huelga decir que no encontraron nada fuera de lo común, así que nos dejaron en paz.

Cuando regresé a la escuela, todo el mundo sabía de mi. Los compañeros me miraban como si tuviera en todo momento un moco en la nariz pero Mortimer me trató del mismo modo de siempre. Seguimos caminando juntos a casa todos los días y jugábamos igualmente tanto en su casa como en la mía. Su madre nos observaba más de cerca cuando iba a visitarle a su casa. La habitación de su casa tenía que permanecer siempre abierta durante toda mi estancia. Los chicos probablemente pensaron que Mortimer y yo nos estábamos enrollando pero nadie tenía las agallas para decírnoslo a la cara. Mortimer aparentaba ser un adulto y yo tenía la lengua de un adulto. En general, no tuve ningún otro tipo de percance para salir del armario hasta que algo sucedió un día.

Timmy era un chico que fue a mi escuela pero casi no iba a mi escuela. Solía dejarse ver antes de que le acechara un peligro o antes de ser expulsado para siempre. Nunca fui de su agrado pero lo disimulaba cuando estaba yo delante. Supongo que ese era el respeto general que infundía en el resto de la clase. Tan pronto como se enteró de que yo era mariquita, sintió que era una maravillosa oportunidad para expresar sus verdaderos sentimientos. Mortimer tuvo un breve encuentro con el profesor después de las clases y yo no tenía ganas de esperarle, así que me fui solo. Vi que Timmy se encontraba de pie en medio del descampado. Incluso desde lejos pude discernir esa expresión en sus ojos que decía: “Te pillé, cabrón” Mi padre me dijo una vez que los abusones se alimentan del miedo, así que continué mi camino mientras su imagen crecía de tamaño a cada paso. No me quitó la vista de encima ni un momento y cuando me tenía al alcance me aparté un poco para pasarle de largo.

- Oye, maricón, ¿adónde crees que vas?

Imaginé que todos los abusones usan el mismo guión. Nadie les acusó nunca de ser creativos. De cualquier modo, no respondí y continué caminando porque me hice a la idea de que no hablaba conmigo.

- ¡Jamás te alejes de mí cuando te estoy hablando, marica!

Esas fueron las palabras con las que empezó a golpearme. Me golpeó una y otra vez durante un buen rato. Para cuando estaba ya en el suelo me di cuenta de que se trataba de una pelea. Me levanté y me puse en guardia, igual que mi padre me había enseñado a hacer. Intenté recordar cómo cerrar los puños. Me golpeó una vez más, creo que más fuerte que las veces anteriores. Eso se estaba poniendo feo. Un grupo de niños nos rodeó. Esta vez no me tumbó, me mantuve firmemente sobre mis pies. Ahora estaba ya listo para pelear. Por fin, pensé.

De repente, Timmy pareció levantarse del suelo. Al principio pensé que estaba planeando algún tipo de ataque de esos que sólo se dan en las películas, pero no. Vi que Mortimer tenía agarrado a Timmy por detrás, abrazándole desde la espalda para inmovilizarle. Mortimer le dio tres vueltas y lanzó a Timmy como si fuera un disco. Fueron probablemente sólo unos pocos metros pero parecía que le hubiera lanzado a kilómetros de distancia. Y así es como la historia se iría propagando desde aquel día. Una vez que Timmy tocó suelo se levantó inmediatamente y empezó a llorar. Se fue corriendo, casi ahogándose con sus propias lágrimas.

- Joder, ¿estás bien? –preguntó Mortimer mientras me venía al encuentro-
- ¿Te refieres a mi? Estoy bien. Casi ni me ha tocado. Nunca me he peleado con alguien antes –dije mientras la sangre me corría por la nariz y por los labios-
- Ya lo veo –dijo Mortimer-

Fuimos a la casa de mi madre y me estuvo observando mientras me limpiaba. Al tiempo que mi madre me lavaba mis heridas, se encontraba lanzándole insultos al director por teléfono. No era de las que dicen “gilipollas” a menudo pero en esta ocasión se hizo una ardiente excepción.
Una vez mi madre me adecentó un poco, mi amigo y yo fuimos a mi habitación. Encendí la consola de juegos haciendo ver que nada había sucedido. Mortimer me miró con gran pesar en su cara.

- ¿Por qué le dijiste a todo el mundo que eras gay?
- No lo sé. ¿Necesitamos siempre tener una razón para todas las cosas que hacemos?
- ¡No empieces con tu palabrería barata! ¡Dime sólo por qué!

Hice una pausa.

- Leí un libro una vez…era sobre homosexuales de los años cuarenta. Básicamente eran entrevistas. Hablaban de cómo tuvieron que mentir durante años y seguir mintiendo para que nadie supiera de su condición. La mayoría declararon que la mentira empezó en la escuela. Yo no quise pasar por todo ese proceso. Prefiero que la gente sepa ahora que soy marica en lugar de tener que lidiar con preguntas estúpidas del tipo: ‘¿Qué chica te gusta?’ o, ‘¿A qué chica te vas a llevar a pasear?’ No quería llegar a mentir hasta el punto de casarme con una mujer que nunca iría a satisfacerme sexualmente sólo por mantener las apariencias.
- Pero te estás definiendo sólo con una cosa y tú eres más que un gay. Ahora ya nadie va a querer saberlo.
- Sólo los idiotas no lo harán. Así es, me he ahorrado la carga de tener que seleccionar.
- Pero tú eres un buen tipo, eres mi amigo…-dijo Mortimer antes de hacer una pausa-
- Y tú no quieres que nadie me haga daño.
- Eso es.
- Pues estoy bastante seguro de que, por lo menos hoy y en los meses venideros, nadie se va a meter conmigo. Te han cogido miedo ahora. Mientras tanto, puedes enseñarme defensa personal.
- Bueno, uhm…está bien. Mejor que empecemos pronto porque no voy a estar ahí siempre para defenderte.
- Lo sé. De hecho tú te casarás y crearás una familia.

Wednesday, April 6, 2011

Ivan, el Terrible


El lugar era asqueroso. El suelo, gris, estaba cubierto por una capa de orín. Detrás de mí había un drogata (drogadicto es un término más suave pero no creo que él merezca tanta sutilidad). A mi lado, de pie, se encontraba un hombre de treinta y tantos, vestido de un modo que causaba cierto conflicto con el ambiente. Tenía pinta de haber salido de una reunión de negocios, aunque en ese momento no parecía tan formal. ¿Cómo puede uno aparentar normalidad con la polla fuera colgando? No pude evitar contemplar su instrumento meneándose de un lado a otro como un pez moribundo fuera del agua. Me excitaba. Igual que con el ambiente, la polla no pegaba con su dueño. Era grande y salvaje. Mi propio miembro empezó a crecer y a endurecerse también. Era su manera de decir: "No estoy tan mal, tampoco" El hombre miró intencionadamente mi pene, lo agarró y lo acarició con su suave y bien hidratada mano que no conoció trabajo manual alguno. Quizás era la misma mano que utilizaba para acariciar la mejilla de su esposa. Le miré a la cara. Era guapo, con rasgos que oscilaban entre delicado y masculino. No me devolvió la mirada ni por un segundo, se quedó absorto en mi pene. Si fuera un hombre heterosexual podría haber tenido perfectamente un par de tetas colgando de mis pantalones. "Sólo quieres mi polla", pensé. Igual que Ivan.
Tuve que irme, algo me hacía sentir inquieto. Tal vez fuera el drogata detrás de nosotros que se comportaba un poco demasiado feliz de que hubiera, por fin, algo de acción en el lavabo público. "Seguramente me robará si me despisto mucho", pensé. De cualquier modo, irse era la mejor opción. Ivan me estaba esperando en casa.
Su sobrenombre era Ivan el Terrible. Sí, también era ruso. Parece ser algo culturalmente insensible dar a un hombre como el un título como éste, considerando su lugar de nacimiento, pero él mismo se lo puso y él mismo se lo ganó.
- Soy un cabrón, ya lo sé. -me dijo-
Le dije que por el hecho de saber que se tiene un defecto profundo no le hacía menos válido. De hecho, lo hacía peor, porque eres espantoso y no sientes ningún reparo en ello. El sólo reía y decía que era cierto.
Le encantaba la música rap y la cultura hip-hop en general. Incluso parafraseó al rapero 50 Cent en una tarjeta de cumpleaños que hizo para mí: "Te amo como un niño gordo ama los pasteles". Quizás me estaba diciendo que me amaba demasiado, más como una obsesión o un vicio. Así es como me sentía cuando hacíamos el amor. Tan dentro de mí que parecía querer gatear por mi interior y vestirse con mi piel como si fuera la de un animal. Fuera me sentía más chinchilla que compañero, como el toque final a sus tejanos grandes, jersey deportivo y delgada cadena de platino.
Estaba muy seguro de sí mismo, por lo menos hacía ese papel. Tenía cinco años más que yo, vivía solo desde los catorce años y no tenía problemas con su sexualidad. Para un chico de diecinueve que nunca ha tenido pareja anteriormente esto era impresionante. Me acuerdo de la primera vez que nos dimos la mano en público. El sólo me la tomó y no me la soltaba. Tenía presencia y si mi memoria no me falla, sólo un tipo tuvo el valor de decir algo acerca de nuestras públicas muestras de afecto. Ivan le hizo arrepentirse físicamente de haber abierto la boca.
Desafortunadamente, la confianza asumida y el atrevimiento tienen un lado negativo. Era muy controlador. No le gustaba que yo tuviera amigos, tanto hombres como mujeres. Me dijo que mis amigos estaban en contra suya y que querían separarnos. Yo tenía absolutamente prohibido tener hombres de color como amigos. Estaba claro que él sentía que un doble no podía competir con autenticidad.
Me acuerdo que un día comimos en un KFC. Acabábamos de recibir nuestro pedido y nos sentamos a una de las mesas. En la mesa detrás de Ivan, había un hombre sentado que, para mi suerte, resultó ser negro. Admito que era un hombre guapo pero respeté a Ivan no prestándo atención al hombre. Ivan me hablaba sin descanso de su nueva rutina de ejercicios y yo sentía que los ojos del hombre ardían dentro de mí.
- ¿Quieres un poco de salsa? -preguntó Ivan.
- Oh, sí -contesté-
- Ahora regreso.
Se levantó y me dejó con el hombre y su mirada. Me sonrió y me reduje a una escolar sin experiencia. Se desplazó hasta donde Ivan estaba sentado para preguntarme si estábamos juntos. Asentí con la cabeza. El extraño me miró decepcionado y pronunció las palabras: "Puedes aspirar a algo mejor" y se señaló a sí mismo. Me reí y asentí con la cabeza.
Ivan regresó con la salsa y me miró con una expresión curiosa.
- ¿Estás bien?
- Sí, estoy bien.
Ivan no parecía convencido pero continuó hablando de su rutina de ejercicios y de cómo duplicó el tamaño de sus gemelos en una semana. Traté por todos los medios mantener la conversación pero era inmensamente aburrida. Volví a sentir los ojos del extraño de nuevo sobre mi. Intenté deslizar algunas miradas al hombre mientras hacía lo imposible por comprometerme al mismo tiempo en la vanidad de Ivan. Los hombres inseguros tienen un detector de infidelidad instalado dentro de su cuerpo. A la menor señal de deslealtad, no sólo se acciona, sino que explota.
- ¿Qué coño...? -gritó mientras se levantaba- Si quieres comer con el tipo de ahí, vete con él y aquí se termina todo!”
Todos los ojos del lugar se dirigieron hacia nosotros. Sabía que yo odiaba cuando la gente que tenía cerca armaba escenas y era una de las muchas armas que usaba contra mí. El extraño miró hacia otro lugar, sintiéndose totalmente incómodo. Yo estaba en estado de shock.
- Hey, tontito -dijo, chasqueando los dedos en mi cara- ¿vas a sentarte allí o no? Ve y fóllatelo, estoy seguro de que su polla es más grande que la mía. No olvides que soy el único hombre que te ofreció su tiempo cuando todos los demás te ignoraban totalmente en el Cubchat. Oh, ¿y ahora que tienes atenciones piensas que eres demasiado bueno para mí?
Miré a mi bandeja. Pensé en lo bien que quedaría contra la cara de Ivan. En lugar de eso me levanté y salí del restaurante. Mientras me dirigía hacia la salida, oí a Ivan discutiendo con el encargado del lugar.
Le retiré la palabra durante casi una semana. Era difícil para mí entender en qué tipo de entorno tiene uno que crecer para justificar un comportamiento como ese. El sintió mi rechazo a hablarle por mis respuestas cortas. Al principio reaccionó con rabia.
- Oh, ¿entonces miras a otro tipo delante de mi cara y ahora soy el malo? Cuando se dió cuenta de que esa reacción no iba a funcionar, probó con aproximaciones más amables.
El sabía que me moría por un tipo cariñoso así que eventualmente, las flores, chocolates y serenatas desafinadas en público me ganaron. Le invité a una comida familiar y logró llevarse bien incluso con todos los miembros de mi numerosa y homofóbica familia. Aunque siempre fui un tipo sutil, mi familia podía darse cuenta de algunos gestos un poco femeninos. Pero Ivan era de los que algunos llamarían un macho y a los miembros de mi familia les gustaba eso. Me dolía ver que algunos de los hombres en mi familia que conozco de toda la vida se sienten más cómodos con un tipo que acaban de conocer sólo porque le gustan los deportes y el rap. Uno de mis tíos incluso intentó hacerle una cita con una de sus compañeras de trabajo. Las cosas parecían ir tan bien. Parecían.
La manera en que Ivan tenía de sugerir algo es imponer su decisión en nombre de los dos. Lo siguiente es un ejemplo de esto:
(durante la comida)
- ¿Sabes qué, cariño? Estaba pensando que una vez te licencies de la universidad podemos casarnos. Pareja de hecho. Quiero decir que mi trabajo no cubre el seguro médico y estoy seguro de que una vez que termines de estudiar encontrarás un buen trabajo que te ofrecerá un buen seguro. Y, seamos claros, llevamos ya juntos dos años y soy lo mejor que has tenido nunca. Así que está decidido, nos casaremos. ¿Qué piensas?
- Bueno...
- Lo que haremos será convertir tu fiesta de graduación en una celebración de compromiso así que tu familia no tendrá que hacer dos viajes. También, a aquellos que no les vaya el rollo gay pueden atender a la parte de la graduación. Así que iremos a comprar los anillos la próxima semana. Necesito que seas cauteloso porque sabes que tu peso sube y baja, no quiero pasar por el drama de tener que ir cambiando el tamaño de tu anillo en cuanto te engorde el dedo.
- Ivan, no lo sé. Quiero decir que no estoy seguro de estar listo para el matrimonio.
- ¿Qué quieres decir con que no estás seguro? Hemos estado juntos, tú y yo, durante dos años. Hasta donde sé no has estado con nadie más. Quiero decir que he conocido tipos a los que les gustaría conocerme y he permanecido a tu lado. Son mucho más guapos que tú también. Todavía quieres seguir puteando y follarte a cualquiera que esté dispuesto a darte su polla compasiva, ¿no es eso? O quizás ya no me quieres. Deberías alegrarte de que soy lo suficientemente estúpido como para follarme tu desagradecido culo! ¡Maldito egoísta hijo de puta, tú nunca me quisiste!
- Uy, Ivan, sí te quiero. Sólo estoy diciendo que el matrimonio es un paso grande y no me has pedido que me case contigo, me dijiste que iba a suceder.
- Porque eres muy lento. No puedes tomar decisiones por ti mismo. Si estuvieras a cargo de esta relación no hubiéramos llegado nunca a ningún sitio.
Escenas pasadas de nuestra relación pasaron por mi mente. Fue Ivan el que primero me mandó un mensaje a través de Cubchat después de haber visitado su perfil durante semanas sin mandarle una simple línea. Fue idea suya la de empezar a salir conmigo. El decidió que nos mudábamos a vivir juntos y él encontró el apartamento. Tenía razón, nuestra relación estaba basada en su dominio y en mi aceptación. Simplemente no lo había entendido. Yo solía ser el cerebro más abierto en mis tiempos escolares y ahora mírame. Sabía que tenía que desafiarle esta vez.
- Necesito dar un paseo -le dije-
- ¡No vas a ninguna parte! ¡Tenemos que hablar de esto! -exigió-
Continuó gritando y, a medida que sus gritos se hicieron más fuertes empecé a desquiciarle totalmente. Me levanté de la mesa, cogí mis llaves y salí de allí. Esperé que me agarrara por detrás pero no lo hizo. Cualquier cosa que hizo mientras me marchaba es imaginación de cada cual porque yo no miré hacia atrás.
Mientras caminaba, me di cuenta de lo idiota que había sido. Por este hombre le había dado la espalda a todos mis amigos, me alejé de cualquier hombre que se tomó la molestia de mirarme y seguí todas las órdenes que me daba. Mis inseguridades se plantaban ante mi cara y debía hacer algo. ¿Pero, qué provecho puede sacar un hombre supuestamente seguro de sí mismo de salir con un chico joven sin experiencia? La respuesta estaba clara. Ivan no sólo era terrible, sino que era terriblemente más inseguro que yo.
Mis pies me llevaron a un parque donde había un lavabo público. El intenso tráfico de hombres dando vueltas alrededor de la entrada me dijo que ese lugar significaba problemas. Después de ser durante dos años el perfecto y sufrido novio pensé que tenía todo el derecho de ser malo.
Me fui de los lavabos todavía con una semi erección. Empecé a correr un poco con la emoción de saber que le había sido infiel a Ivan de algún modo. ¿O no? Ni siquiera me acerqué a algo parecido al orgasmo y el lugar me enfrió por completo. Pero el tipo me tocó la polla, así que de algún modo le había sido infiel.
Estaba yo demasiado ocupado en mi travesura para darme cuenta de que estaba muy cerca de nuestro apartamento. Vi a Ivan sentado en las escaleras del patio, cabizbajo y enterrado en sus brazos. Parecía estar llorando. Me vino ese antiguo sentimiento de nuevo. Culpabilidad. Y sí, amor. Sentí la responsabilidad de cuidar de mi osito y asegurarle de que nunca le dejaría. Sólo tenía que hacerlo todo mejor. Empecé a culparme por todo aquel suplicio. Quiero decir que, ¿por qué no casarse con el hombre que te quiere, a pesar de que la relación sea un poco abusiva? Quizás si le amara con más intensidad él cambiaría. No, la única manera de que nuestra relación tuviera un futuro sería si los dos hiciéramos grandes cambios. El no iba a controlarme, él no iba a decirme con quién debo salir y él no iba a maltratarme más.
Me quedé de pie frente a él, cara a cara. Dos pupilas de azul celeste flotaban en un mar rojo de ojos manchados de lágrimas. Iba a decirle todo lo que quería decirle, pero tuve que abrazarle primero, dejarle llorar en mi hombro, llevarle dentro del apartamento, hacerle el amor una vez más y después dormir abrazados. En el momento adecuado le diría cómo me siento realmente.
¿pero cuando llegará el momento?